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DE VIEJOS MEADOS A SUPERAGERS. HACIA UNA NUEVA CULTURA DEL TRABAJO INTERGENERACIONAL

por Horacio Krell*


La edad ya no define la productividad. En la era de la inteligencia artificial y la longevidad, los adultos mayores pueden transformarse en protagonistas de una nueva economía basada en la sabiduría, la colaboración y la curiosidad vital.


1. El prejuicio de la edad

El desprecio social hacia los adultos mayores se expresa cruelmente en frases como ?viejos meados?. En otro tiempo, los ancianos eran símbolo de sabiduría; hoy se los asocia con la obsolescencia. Este cambio refleja una crisis cultural profunda: la humanidad perdió la brújula del conocimiento y la sabiduría, y se deja guiar por el radar de una tecnología deshumanizada.

Sin embargo, el envejecimiento no implica decadencia, sino una forma distinta de inteligencia: la inteligencia cristalizada, fruto de la experiencia y del aprendizaje acumulado, que los jóvenes aún no poseen.


2. La economía del envejecimiento

Vivimos más años y tenemos menos hijos. En Buenos Aires ?como en muchas grandes ciudades? ya hay más mascotas que niños. Este fenómeno global redefine el contrato social: quién financiará las jubilaciones cuando hay menos trabajadores jóvenes y más adultos mayores?

La respuesta no puede ser excluir, sino integrar. En la nueva economía del conocimiento, la productividad ya no depende de la edad sino de la capacidad de aprender, adaptarse y colaborar.

Por eso, urge flexibilizar la edad de retiro y crear una fuerza laboral

multigeneracional, donde los mayores aporten experiencia, los jóvenes innovación, y ambos aprendan de la inteligencia artificial.


3. De la competencia a la colaboración con las máquinas

El ser humano enseñó a pensar a las máquinas, pero al competir con ellas perdió parte de su esencia: empatía, creatividad, intuición y comunicación.

Hoy la inteligencia artificial amenaza el empleo, pero también puede ser su salvación si aprendemos a convertirnos en entrenadores de robots y no en sus rivales.

Cada persona puede crear su cerebro digital, delegando tareas rutinarias a la IA para ganar tiempo y enfocarse en lo más humano: la reflexión, la imaginación, la empatía y la creatividad.

La clave es pasar de ser jugador a ser director técnico (DT) de su propio equipo de inteligencias artificiales.


4. El desafío educativo y cultural

?El niño es el padre del hombre?. La falta de comprensión lectora entre los jóvenes - como muestran las pruebas PISA - anticipa un futuro preocupante.

Si no recuperamos el hábito de la lectura, del pensamiento crítico y de la curiosidad disciplinada, llegaremos a viejos sin sabiduría y dependeremos de máquinas que piensan por nosotros.

Educar en longevidad, en finanzas y en tecnología es una urgencia. Las universidades y las políticas públicas deben promover una cultura del aprendizaje continuo, que prepare a las personas a vivir más y mejor, con propósito y autonomía.


5. Superagers: los viejos que no envejecen

Los llamados superagers son personas de más de 80 años con memoria, vitalidad y agilidad comparables a las de adultos 30 o 40 años más jóvenes.


Su secreto combina genética, actitud y estilo de vida:

? Mantienen vínculos sociales activos.

? Practican actividad física regular.

? Llevan una dieta saludable, como la mediterránea.

? Cultivan curiosidad y sentido de propósito.


A nivel cerebral, los superagers muestran una mayor densidad neuronal en zonas relacionadas con la atención, la memoria y la motivación. Su estudio abre un horizonte esperanzador: demuestra que envejecer no es sinónimo de declinar, sino una etapa que puede ser de expansión cognitiva y emocional.


6. Hacia una cultura de longevidad activa

Vivir más no es el problema; vivir sin propósito sí lo es. La jubilación del futuro será mínima, y la plenitud vendrá del trabajo flexible, del aprendizaje permanente y de la integración intergeneracional.

Una sociedad que excluye a sus mayores se empobrece; una que los incorpora se enriquece.

Los mayores pueden aportar mentoría, memoria colectiva, ética del trabajo y equilibrio emocional en tiempos de hiperconectividad y ansiedad. El futuro será de quienes aprendan a convivir con la inteligencia artificial y colaborar entre generaciones.


Conclusiones

1. El envejecimiento no es un problema biológico sino cultural.

Necesitamos cambiar la mirada sobre la edad, del descarte a la valorización.

2. La jubilación tradicional ya no funciona.

Debe transformarse en una etapa productiva, creativa y flexible.

3. La inteligencia artificial no reemplaza la sabiduría humana.

Puede liberar tiempo y energía para que los mayores vuelvan a enseñar y crear.

4. Los superagers son el modelo a seguir.

Demuestran que mantenerse curioso, activo y conectado es el verdadero antídoto contra el envejecimiento.

5. El futuro del trabajo será intergeneracional y humano.

Integrar experiencia y juventud, sabiduría y tecnología, será la nueva ventaja competitiva.


*Director de Ilvem. Mail de contacto horaciokrell@ilvem.com o +5491154224742.