SIN IMAGINACIÓN NO HAY CONOCIMIENTO NUEVO
por Horacio Krell (*)

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La imaginación y el conocimiento no se oponen: conforman una alianza estratégica. El arte llega a verdades profundas por el camino más directo porque se apoya en la imaginación, la facultad humana que abarca incluso aquello que aún no existe. El conocimiento, en cambio, se apoya en lo ya comprobado; mira hacia atrás. Sin embargo, antes de cualquier ecuación, medición o experimento, alguien tuvo que imaginar que eran posibles.
La ciencia nace de la imaginación. Primero se formulan hipótesis, se simulan escenarios y se exploran consecuencias; luego llegan la formalización matemática y la comprobación experimental. La imaginación no sustituye al método científico: lo precede. Es un laboratorio mental donde se ensayan ideas incompletas o frágiles que invitan a avanzar.
El avión, por ejemplo, voló primero en la mente del ser humano. Imaginar no es fantasear: es recombinar conocimientos de modo nuevo. El científico no crea de la nada; mezcla conceptos, analogías y preguntas guiado por un proceso riguroso.
Einstein lo explicó con claridad cuando afirmó que la imaginación es más importante que el conocimiento, refiriéndose a su secuencia. Para desarrollar la teoría de la relatividad utilizó experimentos mentales: imaginó viajar sobre un rayo de luz, pensó qué sentiría un observador en caída libre y analizó cómo el tiempo se distorsiona en situaciones extremas. Luego vinieron el formalismo y la verificación experimental. Sin el anclaje en la física de su época, su intuición habría sido solo una ocurrencia. Sin imaginación, la ciencia se estanca.
Imaginar para crear: del sueño a la acción
Walt Disney sintetizó esta dinámica con una frase célebre: ?Si lo puedes soñar, lo
puedes hacer?. Casi todo logro humano fue antes un pensamiento. Tener metas claras activa la imaginación y orienta el esfuerzo, siempre que esté acompañada de conocimiento, perseverancia y pasión.
Edison agradeció sus mil errores porque lo condujeron a la invención de la lámpara
eléctrica. El error, cuando está guiado por una visión imaginada, se transforma en
aprendizaje.
Soñar no es evadirse de la realidad, sino anticiparla. El sueño - incluso el onírico - expresa deseos y conflictos que buscan forma. Freud lo llamó la ?vía regia? al
inconsciente, y las neurociencias mostraron que las imágenes, centrales en los sueños, activan predominantemente el hemisferio derecho, mientras que el lenguaje se aloja en el izquierdo. Crear implica traducir esas imágenes en ideas, y las ideas en acciones.
La imaginación dirigida y su poder transformador
La imaginación puede potenciar o debilitar la voluntad. Imaginar una tabla suspendida entre dos edificios produce vértigo; la misma tabla en el suelo no genera temor. La emoción no proviene del objeto, sino de la imagen mental. Una imaginación negativa paraliza; una positiva ordena, enfoca y libera energía.
Por eso, métodos como la autosugestión de Coué o la visualización consciente de
Durville apuntan a entrenar la mente para orientar la imaginación hacia fines
constructivos. No se trata de negar la realidad, sino de modificar la forma en que se la percibe.
En una época dominada por la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial, el riesgo no es el exceso de conocimiento, sino el empobrecimiento de la imaginación humana.
La IA procesa datos, detecta patrones y replica saberes; pero no sueña, no desea, no intuye nuevos sentidos. La creatividad humana sigue siendo insustituible.
Conclusiones
? No hay conocimiento nuevo sin imaginación previa.
? El arte y la ciencia se encuentran en la capacidad de imaginar lo que aún no
existe.
? La imaginación no compite con la razón: la orienta.
? La ciencia avanza cuando se atreve a formular preguntas que todavía no tienen
nombre.
? En la era de la inteligencia artificial, fortalecer la imaginación humana es una
necesidad cultural y educativa.
Sugerencias para fortalecer la imaginación hoy
1. Entrenar el pensamiento imaginativo junto al pensamiento lógico,
especialmente en educación.
2. Valorar los experimentos mentales tanto como los datos empíricos.
3. Reducir la saturación de estímulos pasivos (redes, multitarea) que debilitan la atención creativa.
4. Hacerse preguntas abiertas, no solo buscar respuestas rápidas.
5. Integrar arte, ciencia y tecnología como lenguajes complementarios del
conocimiento humano.
Como advirtió Einstein: ?La mente creativa es un don sagrado y la mente racional un sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don?. Recuperar la imaginación no es un lujo: es una condición para seguir creando futuro.
(*) Director de ILVEM. Mail de contacto horaciokell@ilvem.com o +5491180310301